Konsac Legal opina: La reforma laboral
Hay quien sostiene que el objetivo de una reforma laboral, en un contexto de crisis, es el de remontar la economía del país; se supone que debe proporcionar a las empresas las herramientas necesarias para mejorar su funcionamiento, y así no solo garantizar el empleo existente sino fomentar su crecimiento.
No parece que los sindicatos coincidan en este objetivo cuando se plantean la negociación de la “reforma” como la de un convenio colectivo, esto es: lo que hemos conseguido después de muchos años de lucha, que no nos lo quite nadie.
Visto así, los sindicatos ven en la llamada reforma colectiva una oportunidad de crecimiento de afiliación sindical en las pequeñas y medianas empresas donde no tienen mucha representación, y una mayor implantación en las esferas de decisión de las empresas.
¿Pero qué es lo que necesitan las empresas para funcionar mejor?
De entre todas las reformas que se solicitan por las asociaciones empresariales, destacamos una que pasamos a comentar:
Abaratar el despido.
¿Es oportuno abaratar el despido?
Se quiera o no, el despido de un trabajador cuando no es necesaria su colaboración en la empresa, se paga a 45 días de salario por año de servicio. Es cierto que la reforma laboral hizo un intento tímido de reforzar lo que ya existía: que los despidos por causa objetiva se pagaran a 20 días, pero la jurisprudencia de los tribunales laborales -cuya jurisdicción, no olvidemos, se creó para tutelar los derechos de los trabajadores-, hace una aplicación tan restrictiva de la norma que ha conducido a pensar que tal posibilidad no existe en la práctica.
Esta situación desanima a muchos emprendedores, y a no pocas empresas, a contratar trabajadores. Y en el caso de tener la necesidad de hacerlo, y ante la incertidumbre del mercado, se decantan por la contratación temporal.
Y ocurre así porque el contrato temporal solamente difiere del indefinido en la indemnización que hay que pagar a su término.
La estabilidad en el trabajo no la proporciona un contrato indefinido, sino una necesidad de mano de obra indefinida y ésta no la da un pedazo de papel, aunque en su parte superior escribamos la frase “contrato indefinido”.
Por tanto, lo de los “contratos basura” no deja de ser una manera de ocultar que el puesto de trabajo es endeble, y que no se sabe bien cuánto tiempo durará. Sería más adecuado hablar de “mercado basura”, o de “situación económica basura”.
Si existiera la posibilidad de encontrar trabajo con carácter inmediato tras un despido, éste problema, el de la indemnización, perdería importancia.
Tan arraigada está la indemnización por despido en nuestro país, que parece que sin ésta institución todos los empleados estarían en la calle. Sin embargo en países como EEUU que siempre fue modelo de emprendedores, salvo cuando se despide a algún miembro de una minoría (negros, latinos etc.), no se paga indemnización. Como consecuencia, la rotación es altísima, de tal manera que las empresas tuvieron que crear mecanismos para evitar la salida de empleados.
En el fondo parece que lo razonable es que las empresas no paguen más salario del que es necesario para desarrollar su actividad, porque de lo contrario pierden competitividad.
Cuando una empresa tiene necesidad de contratar, nadie lo comenta de manera favorable. Se trata de un hecho normal. Sin embargo cuando deja de tener esa necesidad, y despide al mismo empleado, la sociedad lo juzga como un hecho reprobable, sin analizar nada más. Da lo mismo que la empresa sea o no rentable.
Es difícil tratar estas cuestiones sin cierto apasionamiento y desde una óptica neutral.
Está claro que abaratar el despido, como única medida de reforma, no va a solucionar nada. Pero también es claro que será a base de muchas pequeñas reformas, que se consiga un resultado aceptable.
Tras el fracaso en las negociaciones, el Gobierno va a legislar. No lo tiene fácil. Por un lado el partido del Gobierno debe hacer méritos de aquí a las elecciones generales, y no parece que antepongan las necesidades económicas del País a sus necesidades electorales.
Por otra parte los sindicatos ya han advertido de que ninguna reforma es posible si no es consensuada, y basta recordar que la última y tímida reforma laboral -de dudosísima eficacia- supuso una huelga general.
Por lo tanto, mucho nos tememos, que una vez más, la necesaria y ansiada reforma laboral vaya a resultar ineficaz.