Konsac Group Opina: ¿Practicamos el reconocimiento?
Hace ya muchos años que la pedagogía descubrió que, a la hora de educar a los niños, resultaba mucho más efectivo el refuerzo positivo que el castigo. Por eso, educadores, psicólogos y maestros defienden que se debe premiar al niño – no necesariamente con un regalo, sino con una caricia, una palabra de reconocimiento o una felicitación- cada vez que realiza una conducta positiva, que queremos reforzar, en vez de castigarle cuando hace lo contrario.
Sin embargo, y a pesar de que esto no resulta nuevo para nadie, en general los adultos continuamos regalando muchos más “castigos” que “refuerzos positivos” en nuestro entorno laboral. Si uno se para a reflexionar sobre cuantas correcciones, broncas o quejas recibe a lo largo de la semana en relación a su trabajo y lo compara con el número de felicitaciones o reconocimientos, verá que la pedagogía aquí no se aplica.
¿Cuántas felicitaciones recibís en una semana y cuántos estímulos negativos (ya sea en forma de broncas, quejas, comentarios maliciosos…)? Intentad llevar la cuenta esta semana. ¡Os sorprenderéis del resultado!
Muchos aducirán que somos adultos, y ya sabemos cuando hemos hecho algo bien, que el jefe tiene demasiado trabajo para tener que andar dando palmaditas en la espalda a sus colaboradores, o que las empresas son negocios que deben asegurar su rentabilidad y preocuparse por un trabajo bien hecho, reconduciendo aquellos casos en los que se cometen errores. Cuando las cosas funcionan bien, ya no hace falta intervenir: Pues no es exactamente así.
No sólo porque parte del trabajo de los directivos y mandos intermedios pasa por el desarrollo de sus colaboradores y por facilitar un buen clima laboral, sino, sobre todo, porque estamos hablando de negocio. De productividad.
Hay estudios que demuestran que aquellas empresas en las que se practica el reconocimiento de forma habitual son mucho más rentables. Para empezar, y esto es innegable, porque si los trabajadores se sienten reconocidos en su trabajo, están mucho más motivados, el clima laboral es mucho más positivo y, por tanto, todos van a trabajar más a gusto y mejor. Pero además, existe un elemento mucho más importante, que enlaza con la pedagogía que comentábamos al inicio: cuando alguien es felicitado por una conducta concreta, procurará repetirla, mientras que si no le decimos nada, quizá no repare en lo efectiva / beneficiosa / positiva que ha sido esa acción. Por eso, también, el reconocimiento debe ser merecido, nunca arbitrario, pues perdería valor, y siempre concreto, para que la persona felicitada sepa por qué motivo o acción concreta le estamos felicitando.
Si convertimos esto en un hábito, los beneficios sobre la efectividad de la empresa se multiplicarán. Y si eso aplica a todo un departamento, se convierte en un movimiento en cascada.
¿Existen en vuestra organización departamentos más efectivos que otros? ¿Existen departamentos con mejor clima laboral? ¿Y cómo son sus jefes? ¿Practican el reconocimiento a diario? ¿No son más productivos y eficientes esos departamentos?