Konsac Group opina: El nuevo mundo directivo
Compartía hace unas semanas con un colega de profesión, la tendencia que estamos viendo en las últimas semanas, con múltiples cambios en los equipos directivos de muchas empresas, algunas de ellas formando parte del Ibex 35 y otras de una notable importancia en su sector de actividad.
La verdad es que, el comentario, y después de la pandemia, no sorprende ya que el mercado se vuelve a mover, las empresas y los profesionales necesitan aires nuevos, ideas renovadas y proyectos diferentes y es bueno que exista esta permeabilidad entre profesionales. Los cambios, lo hemos leído también en muchas publicaciones, algunas de ellas auténticos “best sellers” editoriales, están a la orden del día y son buenos para el conjunto de la sociedad empresarial.
Pero los movimientos que se ven tienen un calado mucho más hondo de lo que a primera vista podría deducirse Sin duda, los nuevos tiempos están exigiendo perfiles diferentes y, algo que se intuía antes de la pandemia, se ha acentuado después de la misma.
Los Altos Directivos necesitan incorporar nuevas competencias, de manera acelerada, en un mundo que requiere una nueva manera de gestionar las cosas. Son cambios que suponen un enfoque radicalmente distinto al entender la función directiva. Son cambios que darán oportunidades a nuevos perfiles y obligarán a reciclarse a los actuales, para acompasar su responsabilidad al nuevo mundo.
En mi papel de Consultor de Alta Dirección me atrevo a apuntar algunas de las competencias que, a mi entender, deben formar parte de la manera de entender la función directiva para liderar con éxito la innovación y transformación digital que ya es una realidad.
Curiosidad, y coraje para aprender. Ya no se trata de tener capacidad para aprender si no coraje para desaprender aquello que ya no nos sirve. Si la función principal de un directivo es conseguir resultados a través de que otros los consigan (equipo a su cargo), los modelos de gestionar personas antes y después de la pandemia han cambiado de manera radical y has de incrementar, si cabe, la confianza, remodelar los objetivos, ser más flexible en el enfoque de la dirección y dejar viejos hábitos, aún existentes en muchas empresas. Ser valiente para abandonar mucho de lo que aprendimos en el pasado
Trabajo en red y orquestación. Es cierto que tenemos la sensación de que las nuevas tecnologías, las herramientas como Teams, Zoom, Google Meet, Webex…. nos han permitido seguir en contacto e incluso ser más eficientes, pero la pérdida de la presencia y de la relación cotidiana obliga a plantear nuevos modelos de trabajo en equipo y nuevas maneras de coordinación y orquestación.
Gestión de la ambigüedad y la incertidumbre. También hemos aprendido que. algo tan microscópico e inesperado como el Covid19, puede cambiar el mundo de horas. Es quizás la primera vez en la historia moderna que un cataclismo de esta naturaleza no lo ha provocado la gestión del hombre (y por tanto previsible al menos para algunos) sino la propia naturaleza, queriendo demostrar que somos fugaces y expugnables. Hemos tenido que gestionar momentos complejos y con poca visión y esta debe ser una de las habilidades que deberíamos perpetuar en el perfil directivo ya que es probable que en el futuro pocas sean las certezas absolutas.
Compartición efectiva del conocimiento. Un nuevo aprendizaje de la crisis vivida es la rápida reacción del mundo globalizado para buscar respuestas al virus. Hemos visto como trabajando juntos, compartiendo experiencia y conocimientos, se pueden acelerar las cosas y la cooperación ha permitido sacar 6 ó 7 vacunas en un tiempo récord. Esto solo es posible con la generosidad para compartir los conocimientos y ver que ésta es la única vía de progreso para todos. Esta visión deberíamos también anclarla en nuestros directivos y en nuestros equipos.
Reto al status quo (innovación) reconociendo el error y rectificar rápidamente. La crisis nos ha permitido ver como muchas empresas caían en el desaliento y otras muchas, en las mismas circunstancias, reinventaban sus modelos. Esta capacidad de innovar y de buscar nuevas fórmulas, de no dar por hecho que los problemas son insalvables, que no hay otra manera de enfocar nuestras actividades también ha evidenciado que los directivos en este nuevo mundo deben ser capaces de hacerse preguntas y pensar “fuera de la caja”.
En definitiva, ya no basta con cambiar personas si no garantizamos, también, que cambiamos comportamientos y competencias. Ahora hay que entender la función directiva desde otra perspectiva y orientarla cada vez más a la generación de valor directamente medible a través de las exigencias del nuevo mundo directivo.
Juanjo Planes
Socio Fundador y Director General de KONSAC Group