Konsac Group informa: Ser digital exige nuevas formas de gestionar talento.
La revolución digital está cambiando nuestra economía, ya sea creando nuevos modelos de negocio, ya sea a través de la transformación de muchos procesos dentro de las empresas. Nadie escapa a la transformación digital.
Hace dos meses os traíamos la noticia de la incorporación de Carlos Grau como partner de Konsac, fruto precisamente de las necesidades que nuestros clientes nos traen ligadas a la transformación digital; hoy nos hacemos eco de una noticia muy interesante aparecida en Cinco Días, que reflexiona acerca del impacto que la revolución digital está teniendo y, sobre todo, va a tener en los próximos años sobre la gestión del talento.
¿Qué aspecto deberían tener en cuanta las organizaciones que quieran ser digitales? Alberto Delgado, consultor y profesor en Esade, identifica varios rasgos imprescindibles en su libro Digitalízate.Cómo digitalizar tu empresa (Libros de Cabecera, 2016). El primero de ellos es el probable fin de las grandes oficinas. “Las TIC hacen más posible el trabajo conjunto de equipos que no están físicamente próximos”, señala. Las empresas sacarán provecho de ello, reduciendo las necesidades de espacio.
La configuración de equipos de trabajo pequeños es una de las causas de la menguante necesidad de grandes oficinas. Las nuevas generaciones, apunta, son más individualistas y están acostumbradas a trabajar y relacionarse en red. Eso se extenderá a los equipos de trabajo, que tenderán a ser nucleares y a estar permanentemente conectados. El aumento de freelancers, especialmente entre quienes gestionen y analicen datos, también propiciarán que se den este tipo de relaciones.
Como consecuencia de lo anterior, y con vistas a ganar agilidad, las compañías tendrán cada vez menos niveles jerárquicos. “La tecnología facilitará que empleados de base y altos ejecutivos puedan interactuar y que la información fluya en todos los estratos de la organización”, augura Delgado.
Para Silvia Leal, esa fluidez en la comunicación, unida a unas estructuras jerárquicas más horizontales, “permite que el mensaje de concienciación hacia el cambio que se tiene que lanzar gane en credibilidad”. Porque, prosigue Leal, comprender la transformación a la que se enfrenta la empresa es tarea tanto de equipo directivo como del trabajador. “Este también tiene que entender que su puesto va a cambiar, y que eso le va afectar. No es suficiente conque la empresa le forme, sino que él también tiene la responsabilidad de aprender”, señala.
Otra de las características que distinguirán a las empresas digitales de las que todavía no hayan dado el cambio es la diversidad cultural y de perfiles. “Las organizaciones serán menos uniformes. Veremos colaborar a personas de diferentes geografías, idiomas y perfiles con el soporte de la tecnología”, escribe Delgado. Un entorno de esas características favorece la innovación, el motor que debe guiar a las empresas.
Si la compañía logra convertirse en una organización dinámica, una de las consecuencias será que los trabajadores aprendan de manera autónoma. “La formación dejará de ser un proceso lineal top-down y se convertirá en una competencia organizativa: la de aprender del entorno potenciados por las tecnologías colaborativas”, sostiene Delgado.
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