Konsac Group Opina: La crítica
Decía Montesquieu que “El hombre de talento es naturalmente inclinado a la crítica, porque ve más cosas que los otros hombres y las ve mejor” y, por supuesto, nada más lejos de nuestro ánimo que contradecirle. La crítica en las organizaciones es, muchas veces, el motor impulsor de cambios necesarios, la chispa que mueve a la innovación y el revulsivo que termina con algunas ineficiencias del sistema. Convendréis con nosotros que una organización conformista, autocomplaciente o que no tolera las críticas es una organización en peligro de extinción.
Sin embargo, últimamente, en parte a raíz de la situación de crisis que obliga a muchas empresas a recortar recursos, pero en parte también como reflejo de la propia sociedad, cada vez nos encontramos con más personas que no usan la crítica como un sistema constructivo para ayudar a avanzar a la organización sino como una herramienta de locus de control externo, es decir, para culpar al entorno, a los compañeros y jefes o a la organización de aquellas cosas que no funcionan en su puesto de trabajo.
Es cierto que la falta de recursos dificulta el trabajo y es cierto que tratar de impulsar proyectos y encontrarse con reiteradas negativas no es fácil de gestionar; no lo es en absoluto. Pero también es cierto que criticar algo que no puedes cambiar no va a hacer que cambie. Criticar por criticar no supone un impulso hacia los cambios necesarios, sino más bien una concesión a la ineficiencia y la pérdida de tiempo. La crítica mal entendida es el refugio de aquellos que se consideran víctimas de la situación, en vez de tratar de hacer algo para cambiar las cosas. Y los que critican constantemente un entorno sin tratar de cambiarlo ni tampoco dan el paso de marcharse de él, ¿no son acaso prisioneros de sus propias críticas? ¿No dice poco de uno mismo criticar con crudeza la organización para la que se trabaja pero no tener el empuje de cambiar al menos nuestra pequeña parcela o bien la valentía de buscar otra cosa? Y no, no vale decir que el mercado laboral está muy mal. Porque si es así, y no queda más remedio que quedarse en un entorno que no nos gusta, entonces hagamos lo posible por cambiarlo. Y un primer paso hacia ese cambio es dejar la crítica ineficaz de lado. Eso está al alcance de todos.
Ahora, imaginad la siguiente situación: estamos llevando a cabo un proceso para el cual contamos con dos candidatos que, en momentos diferentes, han trabajado en la misma compañía (algo que no es infrecuente cuando hablamos de posiciones de nicho de mercado), pongamos por caso que en una compañía muy dura, con una cultura complicada en la que los cambios eran muy difíciles o bien con poca tendencia a dar recursos para llevar a cabo los proyectos. Durante la entrevista, uno de los candidatos nos habla del logro que supuso para él/ella haber conseguido realizar cambios pequeños en un entorno complejo, en el que la organización no estaba acostumbrada a ello, o con los pocos recursos que se le habían asignado. En cambio, el otro candidato se muestra terriblemente crítico con la organización, habla de lo frustrante que resulta que te tiren para atrás proyectos a los que se ha dedicado mucho esfuerzo o que no se pongan en marcha cambios porque la organización no está por la labor. Imaginemos que esta crítica es una constante en su discurso. ¿Con cuál os quedaríais?
La crítica es, sin duda, un elemento indispensable para alcanzar objetivos de excelencia en una organización, pero debe ser usada con voluntad de ayuda, con una buena dosis de autocrítica y con lealtad.